16 de febrero de 2012

"...si yo pudiera, si yo supiera cantarte...
[...]
Yo soy un hombre del sur,
polvo, sol, fatiga y hambre.
Hambre de pan y horizontes,
hambre,
bajo la piel resecada,
rios sólidos de sangre,
y el corazón asfixiado
sin venas para aliviarte.
Los ojos ciegos,
los ojos, ciegos de tanto mirarte
sin verte...
[...]"


Además de recordar viejos tiempos, ha sido un descubrimiento que no consigo sacarme de la cabeza en la última semana...y es que todos somos hombres del sur, todos polvo y sol y algunos fatiga y hambre. Este origen común debería contagiarnos de ese hambre que a algunos afecta, y sacarnos a la calle a luchar por los derechos básicos (casa, comida y trabajo). Y es el hambre, esta vez de lucha, esa sed de justicia, ese espíritu que nos hermanaba y reunía, poder que brotaba del sur el que parece que ha desaparecido. ¿Han conseguido sedarnos?¿Tan perfectas son sus jaulas?¿Tanta nuestra desgana?. Y es que quizás los griegos tengan razón...falte gasolina.

Tejen velos. Han montado un circo, nosotros ignorantes, nos perdemos entre sus pistas y piruetas. Los políticos no mandan, la mayoría tampoco tiene nada que decir, el verdadero poder vuela mucho más alto. Los países, las fronteras no existen. Ellos, capaces de ganar dinero que no existe, se ríen en nuestra cara...Y es que somos víctimas del mayor atraco de la historia.

Y es que un mundo en el que F. Camps se doctora Honoris Causa el día después de ser absuelto, Ana Botella llega a ser alcaldesa de Madrid, un tal señor Wert es ministro de Educación, Cultura y Deporte, el ministro de Sanidad parece que por gracia de la prosa poética induce a error sobre sus estudios, imponen tecnócratas a la cabeza de gobiernos incómodos en Europa, se juzga a quién debería estar juzgando, los pobres pagan los platos rotos por los muy muy muy ricos. No puede ir bien. Quizás todo esto nos sirva para darnos cuenta de que nunca llegó a ir bien, mueren niños a diario víctimas de la desnutrición, países sumidos en cruentas guerras disparan armas con las que se enriquece occidente, se invaden países por petróleo y los verdaderos mandamases no tienen rostro... Todo esto sólo tiene una salida, que su ambición, su avaricia, su ansia de poder, nos apriete tanto tanto tanto el collar, que acabemos por estallar. Esperemos que la salida a todo esto no sea violenta y nuestro enfado no disminuya cuando nos llenen el plato...Pero la historia nos señala que nunca hubo revoluciones sin sangre.

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